El día comenzaba con un inesperado encuentro. Al dirigirme hacia el coche, encontré un pollo emplumado de estornino negro (Sturnus unicolor). Estaba en el suelo, sin nada roto aparentemente. La presencia de perros, gatos y la aparición inminente de niños para jugar me hicieron decidirme por recogerlo y meterlo en una caja, con lo que imagino que lo salvé de una muerte casi segura. Después de dejarlo a buen recaudo, nos dirigimos a Daganzo.
Por la carretera, ya pudimos observar 4 avutardas (Otis tarda) entre los sembrados y un poco más adelante, ya en el camino que nos lleva hasta la ermita del Espinar, a la izquierda 6 garcillas bueyeras (Bubulcus ibis) se alimentaban entre la vegetación. Mientras, a la derecha se levantaba un macho de sisón (Tetrax tetrax) y otras 2 avutardas emprendían vuelo hacia un barbecho cercano, donde las pudimos observar tranquilamente con los telescopios.
Nos acercamos al río Torote y, en la vegetación ribereña, se escuchaban los ruiseñores comunes (Luscinia megarhynchos) y los ruiseñores bastardos (Cettia cetti) o cetia ruiseñor como se les llama ahora. En la chopera cantaban y se cruzaban en vuelos fugaces las oropéndolas (Oriolus oriolus), mientras en lo alto de los chopos se afanaban en construir sus nidos una buena colonia de gorriones morunos (Passer hispaniolensis).
En las cercanías observamos los primeros aguiluchos en vuelo. Todos los que observamos eran aguiluchos laguneros (Circus aeruginosus).
Acompañaban nuestro camino palomas torcaces (Columba palumbus), verderones (Carduelis chloris), verdecillos (Serinus serinus), urracas, (Pica pica). Al mismo tiempo, un alcaudón común (Lanius senator) se dejaba ver en su posadero y en el carrizal los carriceros comunes (Acrocephalus scirpaceus) emitían su chirriante canto.
Un poco más adelante, oteando el horizonte con los prismáticos, descubrimos una rapaz en un árbol seco. Su colorido y la distancia nos hizo dudar. Parecía un águila calzada, pero con el pecho marrón. Un poco más a su izquierda, en un tocón de otro árbol, otro águila, pero esta la identificamos perfectamente. Las dos emprendieron vuelo y nos sacaron de dudas cuando una de ellas pasó por encima de nosotros y le atacó un macho de aguilucho lagunero. La diferencia enorme de tamaño nos dió la clave de lo que estábamos viendo. Se trataba de dos individuos de 2-3 años de
águila imperial ibérica (Aquila adalberti). Bien es sabido que esta zona es utilizada por jovenes de águila real e imperial, pero no pensábamos en tener la enorme suerte de encontrarnos con ellas. Por encima, un ratonero (Buteo buteo), un milano negro (Milvus migrans) y un grupito de cuatro cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) cicleaban ajenos a tan grata presencia.
El listón ya estaba bien alto, pero aún así, en el regreso hacia el coche, todavía pudimos disfrutar de zarcero común (Hippolais polyglotta), escuchamos el silbido tenue del pájaro moscón (Remiz pendulinus) y vimos un par de abejarucos (Merops apiaster) capturando abejas.
Después, emprendimos camino hacia el pueblo de Fresno de Torote, donde, ya con mucho calor, disfrutamos de la nutrida colonia de cernícalo primilla (Falco naumanni) y de la gran presencia de gorríón chillón (Petronia petronia) en casi todas las casas del pueblo.
Felices y contentos regresamos de la celebración del
Día Internacional de la Diversidad Biológica habiendo disfrutado de un buen número de especies, y congratulándonos de que, aunque el camino por recorrer en la conservación es arduo, todavía tenemos la suerte de disfrutar con verdaderas joyas de la naturaleza. Esperemos que sea por mucho tiempo.
Por cierto,
Dagancito, que es como he bautizado al pollo de estornino, ha aceptado muy bien mis cuidados y parece que va a salir adelante.