Esta ruta nunca defrauda y en esta ocasión hemos tenido unas observaciones excepcionales.
Eran las 9:00h cuando el grupo de participantes emprendíamos la marcha hacia el cerro.
Durante el camino pudimos observar especies poco comunes durante el resto del año por estas tierras colmenareñas. En pleno paso migratorio, disfrutamos de especies como mosquitero musical (Phylloscopus trochilus), tarabilla norteña (Saxicola rubetra), collalba gris (Oenanthe oenanthe), papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) y colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus).
No faltaron tampoco especies sedentarias como tarabilla común, cogujadas, totovías, trigueros, gorriones, estorninos, palomas torcaces, currucas cabecinegras y urracas.
Pero la primera gran sorpresa la encontramos justo antes de ascender a Marmota. Tras la llamada de atención de uno de los participantes, alzamos la vista y vimos una rapaz con la parte inferior blanquecina. La primera impresión fue una calzada o una culebrera, pero al mirar con los prismáticos, descubrimos que se trata de un águila pescadora (Pandion haliaetus). No es fácil de ver por estos lares, pero en los pasos migratorios siempre hay algunas que utilizan los embalses de Santillana, Guadalix y el propio del monte de el Pardo para realizar una parada y coger fuerzas para sus viajes migratorios.
Con este primer subidón ascendemos al cerro marmota y ante nosotros se abre un espectacular paisaje, con el embalse y el encinar del Pardo ante nuestros ojos.
Montamos el telescopio y, al instante, un buitre negro (Aegypius monachus) asciende en una térmica desde la ladera del cerro, a menor altura de donde nos encontramos y a escasos metros de nosotros. Al poco comienzan a llegar también buitres leonados (Gyps fulvus) a coger las mismas térmicas, haciendo posible unas observaciones cercanas e inolvidables para todos los presentes.
Pero como no sólo de aves vive el hombre, con el telescopio comenzamos a observar la demás fauna del monte de El Pardo.
Jabalíes y gamos campan a sus anchas
Y desde todos los rincones se puede escuchar la berrea del ciervo.
Pero todavía nos quedaba disfrutar con varias de las especies emblemáticas de este paraíso natural tan cerca de la capital.
En varios momentos descubrimos al águila imperial en vuelo, en alguna ocasión haciendo espectaculares picados, vuelos nupciales y otro para acabar posándose en una torreta eléctrica. Me atrevería a decir que vimos al menos 4 individuos diferentes.
Otra de las especies que esperábamos ver era la cigüeña negra (Ciconia nigra). Puntual a su cita, siempre utilizan el embalse de El Pardo para sus paradas en su migración postnupcial, descubrimos a lo lejos 2 individuos posados, pero al rato, observamos un total de 3 cogiendo una térmica y emprendiendo viaje dirección sur, hacia sus cuarteles de invierno en África.
Completaron este espectacular día una culebrera, un gavilán y un milano real.