El pasado sábado 7 de diciembre, un nutrido grupo de compañeros de Anapri, nos acercamos hasta la laguna de El Oso, en la provincia de Ávila. Nada más llegar, nos acercamos a uno de sus observatorios. En la laguna descubrimos buenos números de ánade real y cerceta común, acompañados, en números más discretos, por patos cuchara, silbón europeo y algunos ánades frisos. En la cercanía al observatorio descansan una veintena de cigüeñas blancas y un individuo, de su réplica en miniatura, una cigüeñuela se alimenta en un remanso poco profundo de la laguna.
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Vista general de la laguna de El Oso. Foto: Ángel Martínez. |
En las orillas se alimentan algunas agachadizas, mientras en los campos cercanos vuela bajo un macho de aguilucho pálido.
Haciendo un barrido con el telescopio, descubrimos entre los gansos que se alimentan en las praderas cercanas, al individuo de Ánsar indio que se lleva viendo varias semanas.
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Ánsares comunes en vuelo. Foto: Enrique Pérez |
De repente, se produce una espantada generalizada, causada por alguien que se desplaza por los caminos cercanos, lo que nos brinda un grandioso espectáculo visual y sonoro, con varios centenares de ánsares bociferando, mezclados con algunas grullas.
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Ánsares y grullas. Foto: Eduardo Ramírez. |
Después del susto inicial, todo vuelve a la calma y se vuelven a posar.
Desde el otro observatorio, vemos algún aguilucho lagunero, unas fochas, y buscando por las orillas, descubrimos un sisón, y no muy lejos de él, un combatiente. Poco después decidimos caminar un poco por los caminos existentes.
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Grupo Anapri. Foto: Enrique Pérez |
El gran número de cajas nido colocadas alrededor de la laguna, parece haber hecho aumentar la población de cernícalos vulgares, que se les puede ver cernidos y posados, casi hacia cualquier lado al que miráramos. Las grajillas también aprovechan esas cajas.
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Secuencia de vuelo de cernícalo vulgar. Foto: Enrique Pérez. |
Hacemos varias paradas para observar por los campos abiertos para ver si conseguimos esteparias como avutardas y más sisones, o algún esmerejón posado en alguna roca, pero no hay suerte. Sí vemos cogujadas, alondras, bisbitas y lavanderas blancas.
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Revisando los sembrados. Foto: Eduardo Ramírez. |
Un poco alejados de la laguna, nos sorprende la presencia de un par de escribanos palustres posados sobre unas plantas de estramonio.
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Escribanos palustres. Foto: Eduardo Ramírez. |
Después de este paseíto, volvemos a hacer una parada junto al observatorio, con la suerte de que vemos llegar a 3 agujas colinegras. Con este avistamiento nos da la hora de comer.
En nuestras salidas, solemos hacer diferentes gastos en las zonas que nos ofrecen estas oportunidades de ejercer turismo de naturaleza y sostenible. En este caso, los 19 miembros de la expedición comimos en el bar del pueblo, pasándolo fenomenal y revertiendo nuestro gasto en la economía local.
Con la tripa llena, dimos una vuelta por el recorrido turístico que tienen en el pueblo con diferentes esculturas y materiales etnográficos y seguidamente nos movilizamos para el recibimiento de las grullas en la laguna.
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Triguero. Foto: Ángel Martínez |
Mientras esperábamos a la llegada de las grullas, observamos algunos trigueros, gorriones comunes y molineros, estorninos negros y algunos escribanos palustres entre las eneas.
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Escribano palustre. Foto: Bruno García. |
En la espera, también descubrimos a 2 archibebe oscuro, que por lo que nos comentan los ornitólogos de la zona, es la primera cita para la laguna.
Atardece, y desde diferentes frentes, se acercan las esperadas grullas al dormidero de la laguna.
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Grullas. Foto: Ángel Martínez. |
Después de ver llegar a unas 800, decidimos que es el momento de emprender viaje de regreso, con grandes momentos guardados en la memoria, de este entrañable día.