martes, 27 de septiembre de 2016

Dehesa de Navalvillar

El penúltimo día del verano de 2016, por calendario, que no por temperaturas y ambiente, nos fuimos de nuevo a la dehesa de Navalvillar. Realizamos nuestro recorrido habitual junto al cauce seco del arroyo Tejada. Mucho papamoscas cerrojillo y colirrojo real, que están ahora en sus picos de migración. Algún ruiseñor bastardo cantando entre los arbustos y por las copas de los árboles herrerillos y carboneros comunes, además de este bonito papamoscas gris.

Papamoscas gris (Muscicapa striata). Foto: Arsenio González

En las ramas de un gran fresno se escucha el reclamo de un aguililla calzada, que al poco, emprende vuelo para alejarse. De otro fresno cercano sale una segunda aguililla calzada que opta por posarse en una pequeña encina. Desde las ramas altas no para de reclamar, lo que nos hace interpretar que es un joven del año llamando a los adultos con la esperanza de ser alimentado.

Aguililla calzada (Hieraaetus pennatus). Foto: Arsenio González

Como sabemos que en estas edades suelen ser bastante confiados, nos acercamos con sigilo y conseguimos unas observaciones cercanas con todo tipo de detalles. Realmente emocionante poder disfrutar tan bien de esta preciosa rapaz.

Aguililla calzada (Hieraaetus pennatus). Foto: Arsenio González

Los primeros buitres nos sobrevuelan. La mayoría son buitres leonados y entre ellos hay algún buitre negro. Comienzan a verse grupitos de rabilargos y ya han vuelto las chovas piquirrojas, que en esta época del año y durante todo el invierno, utilizan la dehesa para alimentarse de los bichitos que se esconden y alimentan en las boñigas de vaca.
Llegamos al pilón y la zona aledaña encharcada, donde muchas de las aves de la dehesa van a beber y a bañarse. Ahí disfrutamos de pinzones vulgares, verdecillos, verderones, jilgueros, currucas zarceras y capirotadas, mosquitero musical, los primeros petirrojos recién llegados a invernar, un tardío ruiseñor común, una lavandera blanca y algún picogordo.

Picogordo (Coccothraustes coccothraustes). Foto: Arsenio González

Aunque la cosa está muy entretenida, no nos queda más remedio que ir regresando. El camino va amenizado con el bonito canto de las totovías. Varias collalbas grises se mueven por las rocas cercanas al suelo y una de ellas se posa en una zarza junto a una tarabilla norteña. Ambas en plena migración.

Tarabilla norteña (Saxicola rubetra y collalba gris (Oenanthe oenanthe)

En el cielo, un número importante de golondrinas comunes atiborrándose de insectos, para coger energía para poder afrontar el largo viaje que aún les queda hasta llegar a África.
En otra zarza descubrimos un juvenil de alcaudón común. La mayoría de sus congéneres ya emprendieron viaje hace semanas.

Juvenil de alcaudón común (Lanius senator). Foto: Arsenio González

Todavía queda migración y ahí estaremos para disfrutarla. ¿Cuando pasarán los últimos de cada especie?

jueves, 22 de septiembre de 2016

Embalse de Santillana

Seguimos visitando nuestros embalses cercanos. El pasado día 20 decidimos darnos una vuelta por el embalse de Santillana al atardecer. Teníamos información de que en los últimos días, se habían estado viendo un par de águilas pescadoras, alguna cigüeña negra, espátulas y un grupito de avocetas. Como la calidad de las observaciones resultaban realmente apetitosas, no dudamos en comenzar su búsqueda. Nada más acceder a la zona, un grupo de estorninos negros y un par de tórtolas turcas nos reciben entre el ramaje de un sáuce. Justo debajo, una garza real descansa impasible.

Garza real (Ardea cinerea). Foto Eduardo Ramírez.

Se observan pocas aves. Cuatro garcetas comunes descansan en unas rocas y unas pocas gaviotas sombrías y reidoras sobrevuelan la lámina de agua. Cuatro chorlitejos chicos en la lejanía y algún andarríos chico, nos hacen ver que hoy no va a ser un día excepcional. Sin desanimarnos, decidimos disfrutar de las aves no acuáticas presentes en el entorno. La presencia de collalbas grises es abundante, pudiéndose ver en cualquier promontorio rocoso de las praderas circundantes.

Collalba gris (Oenanthe oenanthe). Foto Eduardo Ramírez.

La cálida luz del atardecer, nos hizo fijarnos en la bonita estampa del agua del embalse con el Pico San Pedro al fondo.

Vistas del Pico San Pedro

En las praderas con hierba verde emergente, un grupito de lavanderas boyeras, no paraban de corretear detrás de los diferentes bichitos que son la base de su alimentación.

Lavandera boyera (Motacilla flava). Foto Eduardo Ramírez.

Ánades reales, alguna focha y una veintena de cormoranes, fueron otras de las especies que observamos, además del fugaz vuelo rasante del martín pescador. Por cualquier lado se podía observar a los somormujos lavancos, siempre con esa elegancia suprema.

Somormujo lavanco (Podiceps cristatus)

Y qué mejor broche para una bonita jornada de campo, que un espectacular atardecer.

Atardecer en Santillana. Foto Eduardo Ramírez.

martes, 20 de septiembre de 2016

Guadalix once again

Se me acumula el trabajo. Aquí os vamos a contar como se nos dió una salida al embalse de Guadalix de hace unos 10 dias. El nivel del embalse va bajando con los calores del verano, así que decidimos acercarnos un poco y colocarnos bajo la sombra de un fresno a hacer nuestras observaciones. Eso sí, siempre a una distancia prudencial.

Foto: Juan Pablo de la Fuente.

Al llegar observamos como un cuervo se estaba comiéndo un ánade real muerto. A pocos metros yacía otro individuo en igual estado. Imaginamos que será un nuevo brote de botulismo, pero habrá que hacer un seguimiento a ver si es así.
Por todos los lados revoloteaban las garcillas bueyeras, que como ya contamos en otra ocasión, este año crearon una colonia reproductora en los sauces.

Garcilla bueyera (Bubulcus ibis). Foto: Juan Pablo de la Fuente.

En el agua mucho ánade friso, ánade azulón, focha común, algunas gallinetas y las primeras cercetas comunes, procedentes del norte.
Llamativo fue encontrar un bando de 40 tarros canelos, mucho más asiduos en el embalse de Santillana y creo recordar, que nunca en un número tan elevado, aunque sí hemos visto treinta y tantos.

Tarro canelo (Tadorna ferruginea). Foto: Juan Pablo de la Fuente.

Se trata de una especie de distribución paleártica meridional, que ocupa diferentes enclaves en Asia centro-occidental, sureste de Europa, noroeste de África y también las tierras altas de Etiopía.
Actualmente nidifica, de forma exclusiva, en Fuerteventura y es tan solo divagante en la Península Ibérica, si bien en el pasado fue invernante regular y nidificante ocasional en Andalucía, con algunos registros en la costa de Levante y de Cataluña.
Es una especie migradora en parte de su área de distribución. Probablemente, a la Península y a Canarias llegan algunos grupos pequeños de aves silvestres desde Marruecos en la época posnupcial, de los cuales se nutre la población española.
Ahora, tienen lugar observaciones muy repartidas que deben corresponder a aves escapadas o asilvestradas procedentes de otros paises de Europa o, en ocasiones, a divagantes de Europa oriental o Asia.
En el embalse de Santillana ya se llevan años observando adultos con crías, por lo que poco a poco, se está conformando una población sedentaria.

Tarro canelo (Tadorna ferruginea). Foto: Juan Pablo de la Fuente.

Entre las garzas reales, garcillas bueyeras y garcetas comunes, más abundantes, también pudimos descubrir otros miembros de la familia de las ardeidas como 2 juveniles de martinete y esta bonita garceta grande.

Garceta grande (Egretta alba). Foto: Juan Pablo de la Fuente.

Recién llegados, descubrimos también un grupo de 28 cormorán grande, que estuvieron dando unas cuantas vueltas, hasta que al fin decidieron aterrizar.

Cormorán grande (Phalacrocorax carbo). Foto: Juan Pablo de la Fuente.

También descubrimos un par de archibebe claro, mismas avefrías y las primeras agachadizas comunes.
Periodo de transición entre reproductores e invernantes. Siempre interesante.

martes, 13 de septiembre de 2016

Verano en la dehesa 2

Como todo el mundo sabe, el verano se caracteriza por la falta de lluvias y la escasez de agua, secándose charcas y arroyos. Estas circustancias hacen que los puntos de agua predecibles y seguros sean los abrevaderos preparados para el ganado. En estos lugares, la concentración y el avistamiento de fauna está asegurado.
Todas las aves de la zona lo visitarán en uno u otro momento del día, con una prioridad vital, que es beber, y una segunda menos vital, pero igual de importante, que es darse baños para mantener su plumaje en perfecto estado.

Picogordo (Coccothraustes coccothraustes)

En una mañana, se pueden observar más de 20 especies diferentes, sin apenas esfuerzo y con paciencia. Acoplados a la sombra de algún fresno, zarza o cualquier otro arbusto o árbol, a una distancia correcta y prudencial, y con el necesario apoyo de unos prismáticos, se podrá disfrutar enormemente de toda la fauna que va a desfilar delante de nosotros.
Desde los más comunes como gorriones, verdecillos, verderones, jilgueros, pinzones, hasta otros menos numerosos como el picogordo, en la foto de arriba.
También hay hueco para las sorpresas. El final del verano coincide con la migración de las aves, momento en el que cualquier pajarillo, ausente de estos parajes durante todo el año, puede hacer acto de presencia. En este caso, encontramos un escribano hortelano, ave típica de montaña. En el cercano Pico de San Pedro es un ave reproductora.

Escribano hortelano (Emberiza hortulana)

Pero como ya hemos comentado, cualquier animal necesita el agua para vivir, por lo que no es difícil sorprender también a algunos mamíferos como el zorro. Un par de juveniles, probablemente hermanos, se acercaron en este día a saciar su sed.

Zorro (Vulpes vulpes)

Aunque de carácter bastante asustadizo, quizás por ser una especie cinegética perseguida durante muchos años por el ser humano y sus escopetas, motivo que la ha llevado a un precario estado de conservación, habiéndose reducido enormemente sus poblaciones, un par de tórtolas muy recelosas y desconfiadas, también bajaron a beber del pilón.

Tórtola europea (Streptopelia turtur)

Por allí pasaron también carriceros comunes, mosquiteros musicales, papamoscas cerrojillo, papamoscas gris, colirrojos reales y esta urraca de impresionante colorido. Aparentemente blancas y negras, las urracas tienen unas irisaciones verdes y azules metalizadas que resultan muy visibles y guapísimas cuando el sol las ilumina.

Urraca (Pica pica)

Por último, delante de mí desfilaron todas las currucas. Rabilarga, cabecinegra, tomillera, mosquitera, zarcera, capirotada y mirlona.

Curruca mirlona (Sylvia hortensis)

Todo un placer disfrutar de toda esta fauna en su quehacer diario, sin apenas esfuerzo, en, no me canso de decirlo, un paraje tan privilegiado como la dehesa de Navalvillar.

jueves, 8 de septiembre de 2016

Verano en la dehesa 1

El intenso calor y la falta de lluvias del verano, convierten al campito en un aparente secarral con poco aliciente para visitarlo. Pero buscando los momentos menos calurosos del día (amanecer, atardecer), siempre hay la oportunidad de poder seguir disfrutando de su fauna.

Dehesa de Navalvillar y Pico San Pedro.

Aunque mucha de nuestra fauna se muestra más esquiva, buscando con aínco las sombras y la protección en la espesura de los árboles y arbustos, hay algunas, que ineludiblemente, por su forma de conseguir el alimento, son fáciles de ver en el cielo.

Aguililla calzada (Hieraaetus pennatus)

Las aguilillas calzadas se alimentan principalmente de conejos. La forma de cazarlos es localizándolos desde el aire, para posteriormente lanzarse en un vertiginoso picado sobre ellos y capturarles con sus afiladas garras.

Milano real (Milvus milvus)

Con hábitos más carroñeros y oportunistas y menos cazador, el milano real también precisa de vuelos de prospección, que a la vez les hacen más visibles para nosotros.

Juvenil de alcaudón común (Lanius senator)

Destacan en estos días otras aves de color parduzco, que también se dejan ver en las ramas altas y desnudas de algunos arbustos como majuelos y rosales silvestres. Se tratan de los pollos de alcaudón común, que hasta su segundo año, después de una muda completa de todas sus plumas, no adquirirá el plumaje blanco del pecho con su característica cabeza rojiza. A los menos avezados en pájaros, les podría parecer una especie totalmente diferente.

Macho de corzo (Capreolus capreolus)

No es tampoco especialmente difícil encontrar algún corzo pastando, ya que, afortunadamente, es una especie que está expandiendo su area de distribución y que está aumentando su número también en la dehesa.

Conejos (Oryctolagus cuniculus)

Por último, entre la gran cantidad de conejos, encontramos algunos con diferente colorido al habitual, pero morfológicamente y comportamentalmente igual que los silvestres.

martes, 6 de septiembre de 2016

Búho real en la dehesa de Navalvillar.

El búho real (Bubo bubo), es la mayor de las rapaces nocturnas que tenemos en la Península Ibérica. Se trata de un superpredador, que es capaz de capturar a otras rapaces diurnas de tamaño medio como milanos y ratoneros, además de zorros, aunque su presa principal es el conejo. A finales del pasado mes de junio, descubrimos dos individuos en unos roquedos al atardecer.

Búho real (Bubo bubo)

Ya el año pasado tuvimos la misma suerte de descubrir también a dos individuos. En aquella ocasión tuvimos que rescatar a uno de ellos y llevarlo al Centro de Recuperación de Animales Silvestres CRAS de Soto de Viñuelas, en Tres Cantos, donde finalmente falleció por encontrarse en un abanzado estado de deshidratación.
En ambos casos se trataba de individuos juveniles en dispersión. La abundante población de conejo de la dehesa, es sin duda la causante de que podamos disfrutar de esta especie en este paraje.

Búho real (Bubo bubo)

No tenemos datos de que hasta ahora hayan criado en la dehesa, por lo que la hipótesis va más encaminada a que son individuos jóvenes que se acercan a la dehesa desde territorios cercanos.
De cualquier manera, el búho real es una especie en expansión y quien sabe si más pronto que tarde, la tendremos como reproductora en la dehesa de Navalvillar. El tiempo lo dirá.

sábado, 3 de septiembre de 2016

Migración en el embalse de Santillana.

Una vez más visitamos el embalse de Santillana en periodo migratorio, momento en el que podemos disfrutar de especies poco comunes en otras épocas. A las 7:30h ya estábamos en el embalse. En las orillas el jaleo de las gaviotas, reidoras y sombrías, se hacía patente. Ya en estas fechas se pueden contar por miles. Entre ellas, algunas garzas reales, más de 20 en todo el recorrido, llegando a encontrar un grupo de 8. Similar número de garcetas comunes.

Garza real (Ardea cinerea)

En el agua bastantes somormujos, algunos ánades reales, algún ánade friso y ninguna focha. El reclamo del martín pescador llama nuestra atención y le descubrimos en las ramas bajas de un sauce, pero enseguida sale volando y lo perdemos. Muy cerca se escuchan tiros de la media veda, lo que nos hace charlar de la dudosa "profesionalidad" de los cazadores, ganada a pulso, con datos de ingresos de aves no cinegéticas heridas en centros de recuperación todos los años. Algunas lavanderas boyeras entre el ganado y muchas lavanderas blancas en las orillas. Siguiendo nuestro recorrido encontramos un grupo de 15 tarro canelo. En la pradera, un alcaudón real caza insectos utilizando las rocas como posaderos. Sin aparente competencia por los mismos, un grupito de 4-5 collalbas grises nos entretienen con sus constantes idas y venidas entre rocas y el suelo. Desde un cercano fresno, un adulto de alcaudón común, parece observar la escena.
En las orillas descubrimos los primeros andarríos chico y chorlitejos chicos. En alguna ocasión juntos, lo que nos ha permitido hacer comparaciones y aprender a como diferenciarlos.
No han faltado tampoco los cormoranes grandes. En unas rocas, hemos descubierto un individuo juvenil, diferenciable del adulto por tener la panza blanca.

Cormorán grande juvenil (Phalacrocorax carbo)

De la orilla, detrás de unas rocas,  sale un juvenil de azor. Al acercarnos, descubrimos que hemos interrumpido su desayuno, ni más ni menos que un ánade real. Nos alejamos rápido del lugar, con la esperanza de que el azor vuelva a alimentarse de su presa y de interferir lo menos posible en el devenir diario de la fauna silvestre.
Una vez alejados, nos entretenemos con otras aves migratorias menos acuáticas. Papamoscas cerrojillos y grises cazan insectos desde sus perchas, al igual que mosquiteros musicales y colirrojos reales. En el suelo restos de un buittre leonado y a lo lejos, la primera gaviota sombría de la temporada con síntomas de botulismo.
Siguiendo el recorrido, descubrimos en vuelo un águila pescadora con un pez en las garras. Después de observarle un buen rato, se posa muy lejos, en unas ramas secas de un chopo, donde da buena cuenta de su captura. La gran distancia, hace que la foto sea meramente testimonial. Con el telescopio lo hemos podido disfrutar más nitidamente.

Águila pescadora (Pandion haliaetus)

En un tocón de un fresno descubrimos lo que, a priori, pensábamos que era un pollo de aguila calzada, ya que llevábamos toda la mañana oyendo el reclamo y tenía el pecho bastante claro, pero al final a resultado ser un juvenil de milano negro. Hace ya semanas que no veíamos ninguno, la mayoría ya andan camino del sur para pasar el invierno. Después, un aguililla calzada se ha tirado en picado a por él para expulsarle del territorio. No muy lejos de ahí, volaban dos milanos reales. A partir de estas fechas les dan el relevo a los milanos negros aves invernantes procedentes de europa.

Milano negro juvenil (Milvus migrans)

Lejos, en la otra orilla, vemos tres espátulas y en la orilla más cercana 3 correlimos menudos. Las espátulas probablemente procedentes de sus poblaciones francesas u holandesas y los correlimos procedentes de las tundras del norte de europa.

Correlimos menudo (Calidris minuta)

Para finalizar, una tempranera avefría se pone a "tiro" para disfrute de los asistentes. Por aquí es una especie invernante que aparece en los meses más fríos de diciembre-enero.

Avefría (Vanellus vanellus)

Como siempre, una jornada muy amena y con muy buena compañía.