viernes, 22 de diciembre de 2017

Carroñada.

En una de nuestras últimas salidas al campito, mientras disfrutábamos de pajarillos varios y observábamos con pesadumbre que los arroyos siguen sin llevar agua, a lo lejos, en el cielo, divisamos una columna de buitres que iba descendiendo, síntoma inequívoco de que había algún cadáver. Raudos cogimos el vehículo y nos acercamos al lugar. Al llegar, el festín estaba servido. Unos 50 buitres leonados y un par de buitres negros se arremolinaban en torno a una cabra muerta.

Buitres leonados y negro
Los sonidos amenazantes y las peleas son constantes, de ello depende conseguir algo de la escasa comida a repartir.

Carroñada
Los aproximadamente cuarenta kilos que puede pesar una cabra no les duró ni media hora, momento en el que algunos de los buitres ya se retiraban.

Buitres leonados(Gyps fulvus)
La llegada de uno de los mastines de la finca, animó a que los menos valientes fueran despegando.

Perro Mastín
Solo los más hambrientos aguantaron un poco más, pero enseguida salieron volando posándose en las cercanías, para sin duda, volver a la carroña cuando el peligro se alejara.

Carroñada

Después del paso del mastín, llegó el momento esperado por las urracas. Si bien, son las primeras en percatarse de la presencia de los cadáveres, necesitan de la llegada de los buitres, para al final poder aprovechar los pequeños trozos que quedan esparcidos por el suelo o para "arrebañar" las escasas briznas de carne que quedan pegadas a la piel o a los huesos del animal muerto.

Urracas (Pica pica)

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