jueves, 28 de enero de 2016

Viaje a Sierra de Andújar 3.

En nuestro tercer día también madrugamos, pero en esta ocasión nos dirigimos a la zona de la presa del Encinarejo. Además de intentar ver al lince en esta zona que siempre se nos resiste, el aliciente que también teníamos, era ver a la nutria que habita en una de las charcas del río. Con bastante fresquito, nos confundían de vez en cuando los peces al saltar o sacar la boca para respirar. Escuchamos un ruído bastante grande de una zambullida, pero no pudimos certificar que fuera la nutria. Algunos de los miembros de la expedición, creen haberla visto, pero siempre de manera muy fugaz. Como los mamíferos no se nos dieron muy bien, nos entretuvimos con las aves. Vimos al martín pescador pasar como una bala a ras de agua, algunos cormoranes grandes, varias abubillas, pico picapinos y lavandera cascadeña. Después de una última ojeada, decidimos acercarnos a tomar un cafecito y comprar algunos recuerdos en la tienda del centro de interpretación. Una vez entrados en calor nos dirigimos de nuevo a realizar la espera donde los días anteriores.
Además de ciervos, gamos y algún muflón lejano, también observamos un grupo de 5 jabalíes que se encontraban hozando en el monte. Después les vimos perderse entre la espesura a la carrera.


Es sorprendente saber, que aunque la presa principal del lince es el conejo, en torno al 90% de su dieta, en épocas de escasez o si se presenta la oportunidad, son capaces de dar muerte a presas tan grandes como gamos o ciervas. Tras matarlas las van consumiendo poco a poco y suelen semienterrarlas para que otros depredadores y buitres no las descubran.


La abundancia de la perdiz en estos montes, también hace que sea una de las presas del lince, aunque en un porcentaje pequeño.


La mañana transcurría tranquila, la pareja de linces que dejamos descansando entre los matorrales el día anterior seguía tumbada en la misma zona. Pero justo por donde teníamos colocadas nuestras sillas y nuestros bártulos de observación, por la parte de abajo, un lince se dirigía hacia nuestra izquierda. De nuevo, el macho Galo, estaba recorriendo su territorio marcando y buscando alguna hembra.

Foto: Gonzalo Gracia

Bajó hacia el valle, se paró en alguna ocasión, corrió alguna vez en un intento de caza y finalmente intentó cruzar el camino, para subir la loma. Y digo intentó, porque en esta ocasión, si que el ímpetu de observarlo y fotografiarlo hizo que se retuviera un rato y cambiara de trayectoria. Finalmente, una vez que se organizó un poco la gente y le dejaron una distancia mínima de seguridad, el animal cruzó corriendo. En principio parece que mucho no le afecta, es una opinión, no es nada científico, pero que tenga que cambiar su trayectoria, si además se producen este tipo de hechos a diario, no se sabe como le puede afectar a la larga.


Resultó un poco triste, con la seriedad que tiene el asunto,  que en un momento dado, un empleado de la Junta de Andalucía nos estaba repartiendo un manual de buenas prácticas en la observación del lince, donde entre otras cosas se explica la distancia mínima de observación o fotografía, y al ver hacia donde iba el lince, la mayoría de la gente salió corriendo, quedándonos sólo el técnico y dos personas más.
Si todos los que estábamos allí, presuntos amantes de la naturaleza, no respetamos ciertos consejos y comportamientos razonables, estamos dando un mal ejemplo, además de poner en peligro nuestro disfrute personal. Y por supuesto quien sabe si poniendo en peligro la propia supervivencia del felino más amenazado del planeta.


Después de esto, vimos a lo lejos moverse también al macho que estuvo tumbado durante todo el día y disfrutamos de una bonita puesta de sol con el Santuario de la Virgen de la Cabeza al fondo.

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