POR LA
PROTECCIÓN DEL LOBO IBÉRICO Y EL FIN DE LAS MATANZAS
El lobo ibérico no sólo es un
animal hermoso y emblemático, sino una pieza imprescindible del rompecabezas de
nuestra naturaleza. Pero en pleno siglo XXI estamos asistiendo en España a una
matanza de lobos a gran escala, una situación intolerable que genera una movilización
sin precedentes de la ciudadanía. Cada vez somos más conscientes de que una
naturaleza sana no es un lujo de minorías, sino la única garantía de
supervivencia de nuestra especie. Y es que proteger nuestro patrimonio natural
es, en realidad, un acto de defensa propia.
Los grandes carnívoros son los controladores
naturales del equilibrio de los herbívoros silvestres, y esa función produce
efectos en cascada en la pirámide ecológica, que redundan en una mayor salud de
la fauna, la vegetación, el agua y el aire. La necesidad de restaurar esos
equilibrios naturales es una prioridad mundial, y por eso las subvenciones al
campo, que se pagan con los impuestos de todos, deben estar sujetas a la
adopción de prácticas respetuosas con el medio ambiente, que es nuestro
patrimonio común.
El lobo ibérico se desangra hoy en medio de una
situación de profundo anacronismo. Nuestra legislación lleva décadas de retraso
respecto al conocimiento científico. Aunque el lobo es una especie de interés
comunitario en Europa, lo que nos obliga a mantener una población viable y
sana, todavía se usa la matanza oficial de lobos (bajo el eufemismo de “control
de población”) para, supuestamente, reducir los ataques al ganado. Pero sabemos
de sobra que esas medidas no sólo no disminuyen los ataques sino que, al
desestructurar las manadas, hacen que éstos aumenten. En algunas regiones el
lobo es especie cinegética, a disposición del negocio de la caza de trofeos. Y
aunque en teoría la caza deportiva sigue criterios técnicos, lo cierto es que
el trofeo más buscado es el macho alfa, aquél cuya muerte causa el mayor
trastorno en la sociedad del lobo y las peores consecuencias para la naturaleza
y la ganadería.
Para colmo, parte de los lobos masacrados en
España proceden de Portugal, donde están estrictamente protegidos y cuya
defensa cuesta ingentes cantidades de dinero Europeo. Esta “gestión a tiros”
está sumiendo al mundo rural en un círculo vicioso de crispación. Desde Europa
se alienta el uso de medidas preventivas, pero la dinámica actual de ataques,
venganzas y pagos compensatorios (a menudo sujetos a la picaresca) hace que no
haya aliciente para tomar dichas medidas. Se ha llegado a pedir el exterminio
local de la especie, lo que no sólo es demencial sino totalmente ilegal. Esta sangría
se intenta justificar dando una imagen de abundancia del lobo basada en
supuestos “censos” pagados por la propia administración, pero éstos ni son
independientes ni tienen una metodología fiable.
Ante esta coyuntura, los convocantes de este acto
hacemos una petición muy concreta: solicitamos la declaración del lobo como
especie estrictamente protegida por ley en todo el territorio español, y
exigimos el fin inmediato de su caza y de los controles letales de su
población. Así el lobo simplemente tendrá el mismo estatus que otras especies
como el águila imperial, el oso pardo o el lince ibérico. Eliminando el
concepto de la matanza como gestión, daremos por fin el margen necesario a las
medidas preventivas, y toda ayuda económica estará supeditada a la adopción de
esas medidas. Así se dejará espacio para respirar a las nuevas generaciones del
mundo rural, que anhelan un sistema nuevo en el que el ecoturismo y otras
prácticas responsables con el medio ambiente y el bienestar animal permitan una
mayor diversidad laboral y cultural.
Pero incluso estos cambios normativos sólo cubren
el aspecto formal, y lo que perseguimos desde esta convocatoria es un cambio
social más profundo. De nada vale una norma sobre el papel si las actitudes más
miopes, insolidarias e incluso delictivas son toleradas desde las
instituciones. Hace falta una ingente labor educativa, y tan importante como la
protección legal del lobo es la divulgación de los valores positivos de la
biodiversidad. Una labor que ya marcó la diferencia en nuestro país hace
décadas, cuando Félix Rodríguez de la Fuente, cuyo aniversario se celebra en
estas fechas, se enfrentó a la ignorancia ancestral, puso al lobo ibérico en
nuestras pantallas y lo sacó del catálogo de las alimañas.
El lobo es un embajador del conjunto de nuestra
fauna salvaje, y también un poderoso símbolo de libertad. Pero la libertad
siempre tiene un precio, y por desgracia es posible acostumbrarse a su
ausencia, como sabemos en este país. Y lo mismo pasa con la naturaleza salvaje.
Sin libertad y sin naturaleza las personas nos transformamos en autómatas, y
apenas nos damos cuenta de lo que perdemos y, peor aún, de lo que privamos a
las siguientes generaciones. Condenar a nuestros hijos a vivir en un mundo
gris, mezcla a partes iguales de vertedero y monocultivo a escala planetaria,
es simplemente un crimen. Queremos un mundo verde, en el cual vivir y no sólo
sobrevivir. Queremos naturaleza salvaje. ¡Queremos LOBO VIVO, LOBO
PROTEGIDO YA!
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