Hace ya un par de meses, nuestras inquietudes por conocer
nuestro entorno y sus habitantes, hizo que programáramos una salida para
intentar descubrir si había luciérnagas en Colmenar Viejo (Madrid).
Las luciérnagas son escarabajos, (Lampyridae), de la
superfamilia (Cantharoidea). Alrededor del mundo se calcula que hay más de dos
mil especies de luciérnagas, casi todas ellas viven en las zonas tropicales y
subtropicales. Sólo unas pocas especies se encuentran en Europa. En España (en
la revisión de los coleópteros del Paleártico, Geisthardt de 2007), se han
identificado 8 especies.
En nuestras latitudes, estos bichitos se observan sólo en
verano, desde finales de junio y hasta principios de agosto.
Las luciérnagas aman la humedad, por lo que se asientan sólo
en áreas algo húmedas, y es allí, donde las hembras y larvas
depredan y se alimentan de las larvas de invertebrados, especialmente de
pequeños caracoles y babosas (se calcula que durante el desarrollo de una larva
de luciérnaga, esta puede comer más de setenta caracoles). De ahí que sean muy
beneficiosas para la agricultura, siempre y cuando no se utilicen pesticidas.
De hecho hay pruebas que cuando un campo se cultiva con agricultura ecológica,
al cabo de unos años vuelven a aparecer las luciérnagas que habían desaparecido
por el uso de agroquímicos.
Luciérnaga. Foto: Samuel de la Torre. |
La jornada nocturna transcurría tranquila, escuchando el reclamo del alcaraván y del mochuelo y con la emoción y la indefensión que nos proporciona la oscuridad de la noche. Aunque los minutos pasaban, no perdíamos la esperanza de encontrar alguna luciérnaga y avanzábamos entretenidos con escarabajos, arañas y el enigmático grillotopo, del que escuchábamos su ensordecedor y chirriante reclamo, pero no lográbamos ver, sólo conseguíamos descubrir sus madrigueras en el suelo desde donde emiten el ensordecedor sonido. Ya finalizando la jornada, en el suelo, entre las ramas de un majuelo, logramos percibir el brillo característico de una luciérnaga. La emoción era desbordante, la habíamos descubierto. Todos los presentes disfrutamos del momento con gran alegría.
Luciérnaga. Foto: Azucena Bermejo |
Las luciérnagas tienen órganos lumínicos especiales
situados bajo el abdomen. Cuando absorben oxígeno, éste se combina dentro de
las células especiales con una sustancia llamada luciferina y reacciona
produciendo luz sin apenas generar calor.
La luz de la luciérnaga es por lo general
intermitente, y brilla de un modo específico en cada especie. Cada forma de
brillar es una señal óptica que ayuda a las luciérnagas a encontrar posibles
parejas. Los científicos no saben exactamente cómo regulan los insectos el
proceso de encender y apagar su luz.
La luz de la luciérnaga podría servir también como
mecanismo de defensa, al emitir una señal clara de que el insecto no es un
bocado apetitoso. El hecho de que incluso las larvas sean luminiscentes parece
apoyar esta teoría.
El rasgo característico de todas las especies
españolas es que la capacidad de bioluminiscencia se expresa sólo en las
hembras y en concreto se produce en los últimos segmentos de su abdomen, los
cuales resultan brillantes en la oscuridad. Esta capacidad bioluminiscente está
ligada pues a la atracción sexual de las hembras, cuyos ejemplares no tienen
capacidad de volar como los machos. Las hembras no tienen alas (son ápteras) y
con aspecto de larva, aunque en algunos géneros pueden apreciarse pequeñas alas
vestigiales.
Luminiscencia de una luciérnaga. Foto: Azucena Bermejo. |
Desgraciadamente, las poblaciones de luciérnagas están disminuyendo en todo el mundo.
En la oscuridad de la
noche, nuestras luciérnagas van desapareciendo como la mayoría de los insectos.
Además de estar afectadas por la mortalidad causada por el uso de pesticidas, se añaden otros factores letales como el incremento de la
iluminación artificial nocturna, que atrae a los machos y les hace malgastar su energía cortejando a una lámpara, y la destrucción de su hábitat natural. Hoy la
luciérnaga no es más que una víctima de nuestra insostenible forma de vida.
Esperemos poder disfrutar de estos maravillosos bichitos en las frescas noches colmenareñas durante bastantes años, aunque la predicción es poco halagüeña.
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