lunes, 19 de noviembre de 2018

Salida Águila Imperial.

Al día siguiente de la charla teníamos programada una salida al territotio del águila imperial. Desde la estación de cercanias de Tres Cantos, comenzaríamos la senda. Poco a poco los participantes fueron llegando, para sorpresa nuestra, en buen número, llegando hasta 65 personas, de las cuales una decena serían niños, algo especialmente importante desde el punto de vista de la educación ambiental y la conservación.

Foto: Eduardo Ramírez
Tras cruzar la M-607 por el puente peatonal, hicimos una primera parada en el paraje de Valdeloshielos. En este lugar, Manuel de Arba, nos contó los valores que poseía la zona y la continua amenaza de construir un campo de Golf con sus infraestructuras asociadas. Desde esta elevación del terreno, se tienen unas buenísimas vistas del monte del Pardo y la sierra de Guadarrama, con Colmenar Viejo a sus pies.

Foto: Eduardo Ramírez
La mañana parecía que iba a ser templada, todo lo contrario que debe estar ocurriendo por el norte, donde las bandadas de grullas se ven obligadas a viajar hacia el Sur. En ese momento de explicaciones, nos sorprendieron este grupito de ellas con su característico trompeteo.

Foto: Eduardo Ramírez
Algunas totovías, cogujadas y petirrojos se dejaban ver en las cercanías de los caminos. La ruta seguía, cruzando el arroyo Tejada, de momento sin agua.

Foto: Eduardo Ramírez
Nos incorporamos a la vía pecuaria que va pegada a la pared del pardo. En este recorrido tenemos la suerte de poder observar un montón de buitres, tanto leonados como negros, y la cercanía de algunos de ellos, nos dan pie a ver las claras diferencias de sus siluetas y colores. También vemos milano real, un ratonero y un gavilán.

Foto: Eduardo Ramírez
Una vez llegados a Valdelaganar, buscamos en las torretas, la presencia de la imperial. El resultado es negativo. Se oyen disparos en la cercanía y quizás el numeroso grupo que formamos no les aporte mucha tranquilidad. Sea como fuere, seguimos disfrutando del vuelo de buitres, diferentes grupos de grullas y hasta de un bando de unas 70 cigüeñas blancas en migración. No tarda mucho en que una de las imperiales se posa en la torreta, mientras la pareja vuela por el interior del monte del Pardo, para finalmente, acompañarla en el descanso en la misma atalaya.

Foto: Eduardo Ramírez

Con la impresión de haber conseguido un éxito de convocatoria y saber a ciencia cierta, que los participantes se fueron muy contentos, regresamos al lugar de partida y dimos por finalizada la excursión a las dos de la tarde.

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