domingo, 18 de diciembre de 2016

Dehesa de Navalvillar.

La semana pasada realizamos otro de nuestros recorridos con el fin de seguir recopilando datos sobre fauna de la dehesa de Navalvillar. Una de las primeras mañanas otoñales en las que el frío mañanero empieza a ser acusado. Comenzamos el recorrido viendo un grupito de trigueros y escuchando cetia ruiseñor y curruca cabecinegra cerca del caudaloso arroyo Tejada. Como tantas otras mañanas otoñales, observamos el paso continuo de gaviotas y milanos reales hacia el cercano vertedero. En lo alto de un enebro, una solitaria corneja emite su reclamo, mientras entre la vegetación arbustiva de la orilla del arroyo, se dejan ver levemente, un reyezuelo listado y un chochín. En lo alto de las ramas desnudas de un fresno se mueve un carbonero común, uno de los páridos habituales de la dehesa colmenareña.

Carbonero común (Parus Major)

No faltan sus parientes los herrerillos comunes y los agateadores, que nos tienen entretenidos un buen rato viendo sus acrobacias y el continuo registro de cualquier grieta de la corteza de los árboles que hacen estos últimos.
Con el continuo reclamo de los petirrojos, seguimos nuestra ruta hacia el norte de la dehesa. Un zorro huye a la carrera, mientras zorzales comunes y mirlos se esconden rápidamente entre la vegetación. Un andarríos grande delata su presencia con su señal de alarma y vuela para alejarse de nuestra presencia. Lo mismo hace una Chocha perdiz. En este caso, una observación muy interesante, ya que en la dehesa es muy muy rara de ver. De hecho en todos los años que llevamos recorriéndola, es la segunda vez que la vemos. Eso sí, fugazmente, sin poderla disfrutar en exceso.
Un par de cuervos vuelan y se posan en las ramas de un roble y poco después despegan de un fresno un par de milanos reales.

Cuervos (Corvus corax)

Esto sólo puede significar una cosa: tiene que haber una carroña cerca. Efectivamente al continuar descubrimos el cadáver de una vaca. Ya había tenido la visita de los buitres. Aún así, todavía quedaba carne, que al alejarnos, aprovecharon las urracas.

Urracas (Pica pica)

Ascendemos al Cancho el Escorial y nos sentamos para observar desde un punto privilegiado la grandeza de nuestra dehesa. Descubrimos un ratonero en lo alto de una encina y un gavilán asciende en vuelo bajo para posarse en un árbol y seguir su camino rápidamente. En el camino de vuelta se dejan ver los primeros buitres leonados y algún buitre negro.

Buitre negro (Aegypius monachus)

Descubrimos también totovías y cogujadas, además de bisbitas comunes y escuchamos los reclamos agudos de varios acentores comunes. Nada que ver con los sonoros graznidos de las chovas piquirrojas que se mueven por el suelo junto al ganado.

Chova piquirroja (Pyrrhocorax pyrrhocorax)

Para terminar, estas mismas chovas piquirrojas nos dejaron una curiosa estampa, volando en el mismo plano con las torres de Madrid que emergían por encima de las nubes.


2 comentarios:

Enrique dijo...

Es una alegría saber de la biodiversidad de la Dehesa, tan peligrosamente cerca de la urbe pero resistiendo y cantarina

ANAPRI dijo...

Pues sí jeje, en proyecto sacar un librito con mucha información al respecto.