Antes de comenzar el paseo junto a la orilla del río, nos dieron la bienvenida una pareja de corzos que corrían ladera arriba y que cuando se encontraron a una buena distancia se dejaron observar bien a través del telescopio. En el mismo parking, un precioso macho de escribano soteño hacia lo propio con sus melodiosos cantos.
Transcurría la ruta por el bosque de ribera y no paraban de salir pequeños pajarillos a nuestro paso. Reyezuelo listado, petirrojo, mirlo, curruca capirotada, carbonero, mito, agateador, chochín y dos de las especies de pájaros carpinteros, el pito real y el pico picapinos.
En los cortados se empezaban a ver los primeros buitres leonados y otras aves rupícolas como gorrión chillón, escribano montesino, grajilla, colirrojo tizón y chova piquirroja.
Como no sólo de pájaros vive el hombre, en esta ocasión tuvimos la enorme suerte de estar acompañados por dos buenos conocedores de flora, y así, Roberto y Aurora, nos despejaron las dudas que nos surgieron sobre los diferentes árboles y arbustos que pudimos observar.
En el río pudimos observar lavandera cascadeña. También escuchamos trepador azul, jilgueros y pardillos y en una de las veces que levantamos la mirada, descubrimos en el cielo un pequeño grupo de 7 grullas que unido a un bandito de unas 20 avefrías vistas con anterioridad, nos hace ir pensando que el frío se acerca.
Volvimos al coche, y nos dirigimos hacia la ermita de San Frutos. En el camino, ya en zonas de parameras y sabinares, ratoneros posados en los postes, milanos reales, cuervos y cornejas, y especies asociadas a espacios abiertos como collalbas grises y cogujadas.
Volvimos al coche, y nos dirigimos hacia la ermita de San Frutos. En el camino, ya en zonas de parameras y sabinares, ratoneros posados en los postes, milanos reales, cuervos y cornejas, y especies asociadas a espacios abiertos como collalbas grises y cogujadas.
Los paisajes que se observan desde la ermita son espectaculares. Enormes paredes verticales que caen más de 80m hasta el agua del Duratón, en este punto más ancho por el cercano embalse de Burgomillodo.
Con estas preciosas vistas comimos a la sombrita, mientras desde los cortados ascendían los abundantes buitres leonados y aviones roqueros que encuentran aquí su lugar de descanso y reproducción.
A la vuelta, decidimos pasarnos por las lagunas de Cantalejo. Si bien se encontraban prácticamente secas, pudimos observar un macho de aguilucho pálido, una garza real entre la vegetación, lavanderas blancas, bisbitas comunes, totovías, zorzales comunes y charlos, rabilargos y algunos cernícalos vulgares cazando.
Y desde allí regresamos, habiendo disfrutado de buena cantidad de especies de aves, preciosos paisajes y como siempre, de una agradable compañía.
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