Cambio en las temperaturas que tan mal nos habían acostumbrado la semana anterior y de nuevo, más acorde con las fechas en las que estamos, mañana fresca con mayor sensación de frío por el viento que reinaba.
Precisamente ese viento nos hacía presagiar una no muy buena jornada pajaril, ya que al comienzo del recorrido soplaba algo fuerte y no se veía ningún tipo de movimiento. Afortunadamente sólo fue una predicción al apostre equivocada.
Las primeras especies observadas fueron las palomas torcaces que descansaban en tendidos eléctricos y los milanos reales que se dejaban observar en sus vuelos dificultosos de prospección.
Ya cuando el sol comenzó a calentar un poquito, comenzaron a aparecer los paseriformes. Lavanderas blancas, pinzones, carboneros y petirrojos fueron de los primeros, mientras de fondo escuchamos el relinchar del pito real. Enseguida también fuimos conscientes de la abundancia de mosquiteros comunes que parecían ya bastante activos en sus viajes de regreso hacia el norte. Bastante abundantes también fueron las tarabillas comunes que durante todo el recorrido posaban en sus perchas a nuestro paso.
En el arroyo que discurría paralelo a la cañada, pudimos descubrir en varias ocasiones algunos ejemplares de ánade real y también un andarríos grande. En el cielo buitres leonados y algún cernicalo vulgar reclamaban toda nuestra atención mientras que en los matorrales cercanos se dejaban ver algunos jilgueros y algún triguero muy confiado.
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