sábado, 29 de marzo de 2014

En busca del lince. Parte 3.

Después de comer, reposamos un poco la comida, seguimos observando al confiado petirrojo y decidimos regresar a las zonas de observación de la mañana a ver si teníamos más suerte.


El sol y el calor hacían que el barrido lejano con el telescopio fuera poco productivo, así que decidimos dirigirnos hacia la zona de la presa del embalse del Encinarejo, que también nos habían dicho que podía ser una zona buena. En el regreso, nos llamaron la atención los comederos de granito alineados en las fincas de reses bravas.


Dejamos el coche en la zona recreativa y nos acercamos a la presa andando. En el río vimos algún cormorán grande posado en una roca y una garza real también pululaba en la orilla. Había bastante gente paseándo.


Cuando llegamos a la presa, había cuatro o cinco trípodes con cámaras de fotos potentes, apuntando a la otra orilla del río Jándula. Preguntamos y nos dijeron que la tarde anterior, había bajado un lince a beber justo en ese lugar. Uno de los fotógrafos nos enseñó las fotos que hizo. Sencillamente Espectacular.
Mientras esperábamos nosotros también, desde un puentecito que salva el río, y cerca del murete de la presa, en una roca, descubrimos a este roquero solitario.


También descubrimos a este chochín que cantaba marcando su territorio. La tarde caía y sin suerte la noche nos alcanzó.


En el regreso hacia el coche, con el cielo estrellado, nos acompañaban los cantos de algunos insectos, algunos anfibios, un sapo corredor cruzaba el camino y el espectacular y sobrecogedor canto de un cárabo nos puso el broche a una jornada de campo intensa.

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