Desde hacía mucho tiempo teníamos pendiente un viaje al estrecho de Gibraltar para disfrutar del inigualable espectáculo de la migración de las aves. Ha tenido que ser en este desconcertante año del Covid cuando nos hemos animado, poniendo también nuestro pequeño granito de arena al impulso del turismo nacional. Ana y Bert desde un pueblo de Cádiz, Nuria y Fabián desde El Tiemblo (Ávila), y desde Colmenar Viejo (Madrid), Elena, Ricardo, Pedro, Eduardo, Arsenio, César, y el que suscribe, nos juntamos en nuestro alojamiento de Algeciras, en la tarde del 24 de agosto, para disfrutar de tan emocionante evento.
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Parte del equipo en el Algarrobo. Foto: Eduardo Ramírez |
Después de acomodar nuestras cosas en el alojamiento y un pequeño descanso merecido tras el largo viaje, pusimos rumbo al observatorio del Algarrobo, a mitad de camino entre Algeciras y Tarifa. Desde esta modesta instalación, muy útil por otra parte, con su techado y asientos de piedra, comenzamos a ver las primeras aves.
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Aguililla calzada (Hieraaetus pennatus). Foto: Fabián Luján |
Más o menos cerca, pasaban algunas águilas calzadas. La mayoría en su plumaje claro más normal, pero no faltaron algunas de morfo oscuro, e incluso una de morfo intermedio.
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Aguililla calzada (Hieraaetus pennatus) Morfo intermedio. Foto: Bert-Willen Geesink
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También vimos pasar a alguna culebrera adulta. Estas observaciones iban intercaladas con otras de milanos negros y halcones abejeros que pasaban en mayor cantidad en vuelos más altos.
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Águila culebrera (Circaetus gallicus). Foto: Bert-Willen Geesink
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La suerte hizo que nos sobrevolara también un águila pescadora, al apostre, la única que vimos en todo el viaje.
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Águila pescadora (Pandion haliaetus). Foto: Bert-Willen Geesink
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Algunas golondrinas, vencejos y abejarucos también se dejaban ver en pequeño número, pero igualmente en vuelo hacia el sur, con el objetivo de cruzar al continente africano.
La cantidad de aves, también nos daba para buscar algunas características diferenciadoras entre adultos y juveniles, como el caso de las culebreras, donde algunos jóvenes presentan la garganta blanca.
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Juvenil de Águila culebrera (Circaetus gallicus). Foto: Bert-Willen Geesink |
Descubrimos también un azor que se dirigía al arbolado, mientras los buitres leonados sobrevolaban las crestas de los montes cercanos. No faltaban tampoco el paso intermitente de algunos cernícalos primillas y posiblemente vulgares, difíciles de distinguir en vuelo.
Con la satisfacción de haber disfrutado de nuestro primer contacto con la migración y haber observado buen número de aves y de diferentes especies, llegaba el momento de volver al alojamiento a cenar y descansar, para estar preparados para los siguientes días. Pero cuando estábamos llegando a Algeciras, descubrimos un buen bando de milanos negros. Lo más rápido que pudimos, buscamos un lugar seguro para aparcar y disfrutar del excelso espectáculo.
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Bandada de Milano negro (Milvus migrans). Foto: Eduardo Ramírez. |
Una enorme bandada de unos 800 individuos cicleaban encima de nosotros, con las dudas que les generan los vientos de levante que reinaban en esos momentos.
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Bandada de Milano negro (Milvus migrans). Foto: Eduardo Ramírez. |
Genial broche para nuestro primer día de observación de la migración en el estrecho de Gibraltar.
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