viernes, 3 de julio de 2020

Embalse de Guadalix de la Sierra.

Durante el mes de junio hemos hecho un par de salidas al embalse de Guadalix de la Sierra. Las lluvias del año han hecho que el embalse esté pletórico de vida. Iniciando el recorrido, escuchamos el potente canto del carricero tordal en la zona de espadañas. Cuando la vegetación cambia a orla espinosa, surge en lo alto de las ramillas el cantarín zarcero común.


Cuando se inunda la cola del embalse por las precipitaciones durante el invierno y la primavera, se dan las condiciones idóneas para que críen con facilidad fochas y somormujos.


No faltan las garzas reales por sus orillas, aunque estas de momento no han criado ningún año en la zona.


Su pariente la garza imperial, es menos común, pero de vez en cuando nos alegran con su presencia en sus pasos migratorios.


El repetido reclamo del buitrón nos hace descubrirlo primero en vuelo y luego posado en un arbusto.


Este año se ha vuelto a crear una colonia de garcillas bueyeras, quizás demasiado tardía. Parece que los recientes calores están evaporando a buen ritmo el agua, poniendo en riesgo el éxito reproductivo.


Esta temporada se ha reproducido con éxito al menos una pareja de tarro blanco, por segunda vez consecutiva,  y otra de porrón común, de reproducción irregular. Al contrario que la reproducción de ánade friso, que hacen del embalse de Guadalix uno de los lugares más importantes para la reproducción de la especie en Madrid.


El ánade real es la anátida más común y se reproduce con facilidad en el lugar.


En las saucedas del limite del embalse se mueven bastantes pajarillos, y pudimos descubrir a un joven críalo.


Los galápagos leprosos no dudan en solearse con los rayos de la tarde.


Mientras, por los limos de la orilla se alimentan las cigüeñuelas. Otra especie que se estableció como reproductora hace algunos años. Cerca descubrimos a un pollo del año.



Las gallinetas también son comunes en las zonas con más vegetación, aunque de vez en cuando se las puede sorprender más expuestas andando por la orilla.


Y el atardecer nos trae la llegada de martinetes. Una de las tardes llegamos a contabilizar hasta 15 individuos.



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