El pasado 9 de marzo, en el camino hacia el trabajo, hice una parada en el embalse de Guadalix a la busca de una rareza que se llevaba observando varios dias. Tras varios barridos con el telescopio por la superficie, observé diferentes especies de aves comunes y un grupito de 5 avocetas posadas en la orilla. Estas últimas menos comunes, pero habituales en sus pasos migratorios. Sin embargo, la suerte hizo que viviera uno de esos momentos espectaculares. Naturaleza en vivo, en su propia esencia de comer y no ser comido, pude observar la cruda realidad. Mientras observaba las aves posadas en la orilla, entró en mi visor un vigoroso azor, que con unas increibles garras y unos certeros picotazos, inmovilizó y mató a un precioso macho de ánade real. Alucinado por la secuencia, tuve que abandonar el lugar para incorporarme a mi trabajo, dejando al azor desplumando con rapidez al que sería su comida del día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario