El domingo decidimos probar suerte en la misma zona de la presa del Encinarejo. Al amanecer estabamos allí. Una densa niebla y un intenso frío nos recibía. Dimos una pequeña vuelta, pero sin suerte.
Con los primeros rayos del sol vimos en las rocas del río un par de cormoranes grandes.
Comenzaban a desperezarse los pajarillos. Verdecillos, pinzones, petirrojo, colirrojo tizón, abubilla y perdiz roja comenzaban a cantar. Mientras en el río, actividad frenética de unos cuantos martines pescadores que no hacían más que perseguirse río abajo, río arriba y de vez en cuando posándose en alguna rama.
Algunos ánades reales, una gallineta y lo que nos pareció una nutria zambulléndose. Ante la posibilidad de que así fuera, estubimos un rato observando a ver si aparecía. Sólo uno de nosotros pudo observar bien y por escasos segundos, a tan bonito animal, en un momento en que emergió sacando la cabeza a la superficie.
Muy cerquita vimos un chochín con gran actividad. Le vimos meterse en varias ocasiones en la orquilla de un pino. Al acercarnos, entre las acículas acumuladas, descubrimos su nido.
Después fuimos a desayunar y decidimos repetir entre la zona de Los Escoriales y La Lancha.
Volvimos a disfrutar de las imperiales, de los buitres y de las demás especies observadas el día anterior. En la lejanía, entre la vegetación, vimos como una familia de jabalíes integrada por los adultos y varios rayones, campeaban tranquilamente en la zona del valle.
Después de comer decidimos emprender el regreso a casa, disfrutando del impresionante porte de los toros bravos de la zona.
También vimos varios grupos de muflones en varias ocasiones y apreciamos la impresionante cornamenta de los machos.
Y del lince... el único que vimos fué esta reproducción del centro de interpretación jeje
Pero en definitiva lo pasamos muy bien, disfrutamos de buena compañía y conocimos un lugar con una fauna espectacular. El año que viene habrá que intentarlo otra vez.
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