Con una temperatura excepcional, ambos días realizamos varios recorridos en los que intentamos observar el máximo número de especies animales que utilizan estas estepas durante el día. La primera impresión es que nos encontrabamos ante unos parajes monótonos y aparentemente baldíos, pero enseguida comenzamos a darnos cuenta de la importancia de estas estepas para la gran variedad de especies que las utilizan.
A nuestro paso, salieron a la carrera gran cantidad de conejos y liebres y las también abundantes perdices correteaban delante nuestro y algunas levantaban el vuelo para volver a posarse unos cientos de metros después. Nos llamó la atención la gran abundancia de estas especies y en el caso de las perdices rojas (Alectoris rufa), nos hicieron una exhibición, en lo que parecía un cantadero, en el cual se arremolinaban unos 20 ind. y los machos se enzarzaban en peleas para impresionar a las hembras.
Entre nuestras reflexiones, una con bastante lógica. Donde hay animales que pueden ser comidos, habrá animales que se los coman. Así pudimos comprobar que el número de rapaces por metro cuadrado, es bastante superior al de otros hábitats o ecosistemas. Numerosos milanos reales, que dan una falsa imagen de su abundancia real en España, ya que en estas fechas contamos con un gran contingente de individuos europeos invernantes, pero que es una especie escasa y catalogada como En Peligro. También son numerosos los ratoneros (Buteo buteo), los aguiluchos laguneros (Circus aeruginosus) y aguiluchos pálidos (Circus cyaneus). Del tercero de los aguiluchos presentes en la zona, el aguilucho cenizo (Circus pygargus), no pudimos detectar ninguno, ya que se trata de una especie estival que viene a criar a la zona y su llegada se produce a partir de marzo.
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