El otro día, en la Laguna de la Nava, en Fuentes de Nava, Palencia, mientras observabamos a un halcón peregrino posado en una torreta, decidió cambiar de posadero, o eso es lo que nosotros pensábamos. En vuelo bajo, sobre el terreno arado, de repente se posó en el suelo. Nos acercamos por la carretera, para poderle ver bien con el telescopio. Nuestra sorpresa fue observar que entre sus garras había un topillo.
Siempre que hablamos de halcón peregrino, lo primero que se nos viene a la cabeza es un picado espectacular a 300km por hora para golpear o atrapar en vuelo a su presa.
Después de un rato, voló hacia una de las torretas y allí se comió a su presa peluda.
Lo que parece claro, es que en la naturaleza no todo es como se cree y que los animales, al final, en su afán de sobrevivir, son capaces de aprovechar y adaptarse a los recursos que le brinda la natura.
Y debía haber bastantes topillos por la zona, porque también vimos a varias garcetas grandes comer topillos.
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