El pasado domingo 26 de septiembre realizamos la 2ª Marcha al cerro Marmota. Por el espectacular paisaje que se puede disfrutar desde el cerro y por una serie de valores añadidos que a continuación narraremos, es una excursión que hemos decidido realizar todos los años.
Amaneció despejado y, aunque soleado, el fresquito se hizo patente en todo el recorrido.
Comenzamos a andar por la cañada de Navarrosillos y la primera sorpresa ornitológica fue la provocada por un gavilán o un azor, no pudimos precisar, que se cruzó en vuelo bajo y desapareció rápidamente. Más adelante, una abubilla pasaba en vuelo, mientras collalbas grises y tarabillas comunes se dejaban ver en sus posaderos. Entre el ganado, grupitos de lavanderas boyeras se alimentaban y se perseguían emitiendo sus característicos reclamos.
A mitad de recorrido, un mochuelo descansaba en unas rocas y, en zonas con mayor vegetación, se dejaban ver papamoscas cerrojillos, colirrojos reales y mirlos comunes mientras un chirrido en el cielo nos hacía descubrir en vuelo a un zorzal charlo.
Durante todo el recorrido nos amenizaron con sus melodiosos cantos un buen número de totovías y pudimos descubrir algunas golondrinas comunes que volaban rápidas en pos de sus cuarteles de invernada en África.
Ya cerca del cerro Marmota, nos recibieron con sus majestuosos vuelos una pareja de buitres negros.
Una vez llegados al mirador el paisaje era espectacular. Empezamos a escudriñar el monte de El Pardo pudiendo observar gamos, jabalíes y ciervos en sus andanzas diarias.
En las cercanías, alertados por el canto de un ave, descubrimos con alegría, un bonito ejemplar de roquero solitario.
Por último, cumplimos uno de nuestros objetivos, que no era otro que el de poder observar a alguna cigüeña negra. En total, localizamos 3 de estas preciosas aves y las observamos mientras descansaban y pescaban. Todo un espectáculo.
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