viernes, 27 de mayo de 2016

Mayo en la dehesa 2.

Algún macho de tarabilla común se dejó ver. Como siempre muy confiados y con señales de alarma por la cercanía, seguro, de su nido.

Tarabilla común (Saxicola torquata)

Una liebre nos salió de los pies, de un "encame" junto a unos chaparros pequeños en crecimiento. Un poco quizás aturdida del despertar, en vez de alejarse mucho, se quedó un rato observándome, lo que me permitió disfrutar unos minutillos de ella.

Liebre

Mucho más abundante que la liebre es el conejo. Esta abundancia hace que se junten en este espacio varios depredadores. Desde zorros, a aves rapaces como milano real, aguila imperial y aguililla calzada. En esta ocasión pudimos descubrir posada a una preciosa calzada de morfo oscuro.

Aguililla calzada morfo oscuro (Hieraaetus pennatus)

También, por supuesto, los milanos negros, que se pueden ver casi por cualquier lado, aunque más que por la abundancia de conejos, yo diría que por la cercanía del vertedero y por la adaptación oportunista de este ave.

Milano negro (Milvus migrans)

Gracias a esta abundancia de milanos, el crecimiento de la población de gorriones morunos ha ido en paralelo, ya que tienen como costumbre, construir sus nidos entre las ramas de los mismos.

Gorrión moruno (Passer hispaniolensis)

También pudimos comprobar como nuestros primillas usan este preciado paraje como lugar de caza. Varios individuos cerniéndose y uno de ellos que se posó en una roca estaba anillado. Tras leer la anilla, comprobamos que es uno de los reproductores de nuestra Basílica.

Cernícalo primilla (Falco naumanni)

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