miércoles, 7 de octubre de 2015

Otra jornada en la dehesa.

La semana pasada nos dimos otra vuelta por la dehesa de Navalvillar para seguir con nuestros regulares seguimientos de fauna. Los primeros en recibirnos fueron mirlos y petirrojos. Ambas especies se van reforzando en número, procedentes de lugares más norteños de España y países europeos. También como cada mañana, miles de gaviotas atraviesan la dehesa para dirigirse hacia el vertedero desde el embalse de Santillana, lugar donde descansan por las noches. Igualmente, los milanos reales hacen lo propio desde sus dormidderos serranos. En éste día, nos sorprendió ver también a un buen número de buitres que muy tempraneros se dirigían hacia el vertedero.
Continuando con nuestro recorrido, observamos un grupo de chova piquirroja alimentándose en el suelo. Al menos dos de ellas llevan anilla de pvc. Si logramos leerlas sabremos de donde vienen. Como la distancia era grande y un poco más cerca había un tenado para que se cobijen las vacas, decidimos acercarnos sigilosamente. Muy desconfiadas, cuando llegamos, ya se habían desplazado otros cientos de metros, así que no pudimos leerlas. Otrodía será. El cielo estaba cubierto y en ese momento empieza a lloviznar, con lo que decidimos quedarnos un rato a ver si "escampa". La suerte está con nosotros. Al momento, un macho esplendoroso de roquero solitario, ha venido a posarse a escasos metros en lel tejado de la caseta de al lado.

Roquero rojo (Montícola saxatilis)

Se tratra de una especie de montaña escasa, aunque en la cercana sierra de Guadarrama e incluso en el Pico San Pedro se pueden ver en la época estival. Ave migradora, como tantas otras en estas fechas, decidió hacer una paradita delante de nosotros. Visto y no visto, a los pocos minutos desapareció dirección sur.
Pero nuestro refugio siguió dándonos mucho juego. Uno de los gorriones chillones que crían en la caseta, también tuvo a bien lucir con elegancia su estilizada figura.

Gorrión chillón (Petronia petronia)

Y en las cercanas rocas, andaban persiguiéndose y posándose un par de collalbas grises.

Collalba gris (Oenanthe oenanthe)

Una vez que paró la llovizna bajamos hacia el lecho del arroyo Tejada y continuamos con nuestro recorrido dirección norte. Entre las ramas de los fresnos, majuelos, rosales silvestres y zarzas había buen movimiento. Mosquiteros musicales en paso, mosquiteros comunes invernantes y un buen número de currucas capirotadas utilizaban las ramas como catapultas para capturar mosquitos y bichitos voladores y para degustar los diferentes frutillos otoñales.

Macho de curruca capirotada (Sylvia atricapilla)

Continua el paso migratorio de papamoscas gris, papamoscas cerrojillo y colirrojo real, si bien, se va notando un ligero descenso en sus efectivos.

Colirrojo real (Phoenicurus phoenicurus)

Mucho carbonero, herrerillo y agateador, además de aumento de invernantes como reyezuelo listado y zorzal común.
La sequía, todavía hace que las aves se concentren en los pocos puntos de agua que quedan, de tal manera, que en muy poquito espacio, se pueden ver muchas especies. Escribano montesino, verderón, mosquitero, petirrojo, curruca capirotada y mirlo son algunas de las especies que se acercaron a beber, además de un par de preciosos picogordos.

Picogordo (Coccotrhaustes coccotrhaustes)

Estas concentraciones entorno al agua también las conocen los depredadores. Estando observando el bebedero, se escuchan señales de alarma de las aves, seguidas de un silencio sepulcral. Al momento en vuelo rasante, pasa volando un gavilán sin éxito en la captura, para desgracia de él y fortuna de sus posibles víctimas.

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