martes, 9 de diciembre de 2014

Estepas de Talamanca.

Ayer, 8 de diciembre, hicimos una excursión a las estepas cerealistas de Talamanca del Jarama (Madrid). Visitamos la ZEPA declarada para proteger a las aves esteparias. Nada más comenzar nuestro camino y una vez pasadas las primeras fincas con perros, comenzamos a ver las primeras alondras (Alauda arvensis), a la postre, la especie más abundante.


Algunos bisbitas comunes, y a lo lejos, el primer grupillo de avutardas. Bastante asustadizas por cierto.


Llegamos a una pequeña zona con algo de vegetación, zarzas y alguna construcción en ruinas, donde vimos gran parte de las especies del día. Jilgueros y pardillos alimentándose en los cardos y en el suelo, alguna tarabilla común, un pito real, un alcaudón real en su atalaya, un mochuelo descansando en un murete, trigueros, gorrión chillón, curruca cabecinegra y más alondras y bisbitas, además de un grupillo de 13 avefrías en vuelo.


Siguiendo nuestro camino descubrimos más avutardas, en total fueron 82 en tres grupos de 25, 9 y 48.
Algunos milanos reales sobrevolaban los campos y los grupitos de urracas también hacían acto de presencia. Banditos de verdecillos y verderones se alimentaban de semillas mientras una pareja de curruca rabilarga se dejaba ver en una retama.

En el borde de un sembrado descubrimos un par de Ortegas que tras ver que no representabamos un peligro estuvieron alimentándose.


Después 6 individuos más, casi invisibles en su perfecto camuflaje con piedras y terruños. También tuvimos la suerte de ver una en vuelo, pudiendo observar su característica panza de color negro.


Pero tuvimos suerte de compartir uno de esos momentos inigualables en la naturaleza. Un halcón peregrino levanta vuelo desde una roca en la que estaba posado. Algo más alejado, levanta vuelo un bandito de unas 50 alondras. el halcón se dirige hacia ellas. Una alondra queda aislada y el halcón la convierte en su objetivo. Primero un lance frontal que esquiva la alondra y seguidamente una consecución de ataques del halcón, cogiendo un poquito de altura y lanzando picados que magistralmente burlaba la alondra. En total 7 u 8 ataques. Finalmente los perdimos de vista sin saber como habrá acabado la acción.
Momentos como estos son los que nos hacen repetir una y otra vez nuestras salidas al campito.

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